Hijo, nieto, biznieto de destiladores, durante seis generaciones, proseguía ininterrumpidamente desde hace más de 175 años un oficio casi olvidado, cual era la cuidadosa elaboración de licores por destilación de plantas aromáticas y medicinales silvestres sin aditivos químicos sintéticos, distintivo de cada uno de sus genuinos licores y con un alambique de cobre, pieza fundamental de fabricación de los exquisitos destilados, calentado aún con el fuego de leña de madera de olivo, aprovechaba el alcohol para la disolución de los principios activos de las plantas, al tiempo que le posibilitaba conservar todas sus propiedades beneficiosas para nuestro organismo.

    Hace algún tiempo, ofrecía a los consumidores dotados de un excepcional y exquisito paladar, capaces de apreciar las diferencias existentes entre los licores naturales de los fabricados por mezcla de alcoholes con aromas y sabores sintéticos de laboratorio, su habilidad y experiencia generacional que le permitía separar y asentar adecuadamente las características organolépticas favorecedoras de la correcta calidad del licor elaborado por este antiguo sistema de fabricación.

    De forma natural, sin prisas, con el paso de los años dentro de los barriles de roble en la quietud de la bodega, alcanzaba su envejecimiento en las idóneas condiciones ambientales del Maestrazgo y los trasiegos suficientes, sin artificios ni mezclas de aditivos, fiel a la tradición heredada de sus predecesores consiguiendo ser valorados como referente entre los mejores licores del mundo por las distinciones singulares del sabor, el color y el aroma propios, peculiares e inconfundibles de los distinguidos y apreciados Licores de Julián Segarra.

    Efectuaba todas las actividades relacionadas con los procesos productivos, además del cuidado de sus propios viñedos y recolección en los montes de las plantas aromáticas, reparaba los aparatos y maquinaria de su destilería, envasaba sus licores en botellas de vidrio de 1 litro de capacidad adhiriéndole una precinta fiscal y etiqueta con la marca SEGARRA para diferenciarlos de los sucedáneos del mercado.

    Atendía también personalmente a quien se acercaba a la destilería para conocer el método de la destilación de los licores, con una explicación del proceso, degustación de los diferentes elaborados y también, a quien no deseaba favorecerle con la compra de sus genuinos destilados y solamente ser entretenido.

    Debido al reducido tamaño del local de su destilería, no podía agasajar a grupos de personas, aunque si pueden ser alojadas para disfrutar unos días de merecido descanso en la tranquilidad y comodidad de los extraordinarios alojamientos de turismo rural.